miércoles, 6 de mayo de 2009

gripe


Contra la gripe porcina, los mexicanos usan mascarilla. Contra el sida, se supone que algunos africanos ahora dudarán si practicar sexo con o sin preservativo, pues entre tanto misérrimo placer, ni locos deben contemplar la abstención.
Los humanos siempre estuvieron afligidos por virus que sólo la ciencia y la información sensata han ido mitigando. Junto a ellos, convivimos con multitud de otros virus de los que poco se habla y que son el contagio más clandestino, desestabilizador y porcino porque penetran en las neuronas, las doblegan y someten hasta dominar el criterio, el sentimiento y la razón. Son los virus cerebrales.
Se transmiten a través de la envidia, la soez chulería, la discriminación y la humillación sexual, la manipulación de la historia y la enseñanza, el absolutismo y la ceguera informativa y, cuando nadie pone freno, la exclusión que machaca a quien ose preguntar.
La vida íntima plena, esa que afianza el propio ser sin depender del ajeno estar, hoy precisa botiquín de auxilios: mascarilla cerebral, tapones auditivos, gafas con filtro anti-iluminado y bálsamo protección 50 contra ardores ideológicos.
Inevitablemente, fanáticos virus cerebrales nos rodean, pero nuestra fuerza es superior: se trata de blindar las neuronas y sólo abrirlas para que entren brisas de talento cargadas de respeto, apertura y paz. Siempre habrá que protegerse de los cerebros humanos.

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